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¿Cae la desigualdad con el bajo crecimiento?

31 de julio del 2017


Uno esperaría que la desigualdad no debería disminuir debido al estancamiento en los salarios e ingresos. Sin embargo, si fuéramos más específicos y nos preguntáramos acerca de la desigualdad en el último año la respuesta correcta es que no lo sabemos, porque el instrumento que mide oficialmente la desigualdad -la encuesta Casen- sólo se realiza cada dos años y el último dato que tenemos es del año 2015. Para no desilusionar al lector, voy a exponer lo que ocurre con la desigualdad utilizando los resultados de la última encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entregó la semana pasada. Esta encuesta se realiza una vez al año utilizando como base la encuesta de empleo, lo que permite seguir más cerca la realidad de salarios e ingresos siguiendo la misma metodología utilizada para el cálculo oficial del empleo y permitiendo así una nítida radiografía de este grupo. Obviamente el diseño muestral está enfocado en el mercado laboral, y no necesariamente en la población total, por lo que las medidas de desigualdad seguramente no representan totalmente a la población. Pero aún así, nos da alguna idea de cómo puede haber evolucionado la desigualdad en el último tiempo. Ocupando las bases de datos ESI desde 2010 en adelante, se observa que el índice de Gini (medido con los ingresos per cápita autónomos del hogar) era algo superior al 49.2 en 2010. Es un nivel de desigualdad alto, pero no sorprende porque es algo han estado mostrando los datos de la encuesta Casen hace bastante años. Sin embargo, a diferencia de la Casen, la ESI se publica todos los año, es por esto que podemos observar que el índice de GINI evoluciona desde 46.4 en 2011 a 45.5 en 2012 y disminuye a 43.9 en 2013 y llegando a un mínimo de 43.4 en 2014. Estos son cambios bastante importantes para un periodo de tiempo tan corto y se explican por el dinamismo del mercado laboral en esos años. La película pasa a ser distinta a partir de 2014. En 2015 el GINI habría rebotado a 44.2 y en 2016 en se calcularía en 43.1, es decir muy parecido al dato 2014. Es decir, en estos últimos años, estaríamos pasando a un período de estancamiento en la reducción de la desigualdad. El lector se puede preguntar a estas alturas digo que se “calcularía”, lo que ocurre es que la estadística oficial emana de la encuesta Casen. Es por esto que hay que esperar los datos de la Casen. Cabe preguntarse porque no tenemos encuesta Casen todos los años para tener datos más actualizados para realizar políticas públicas. Es un estándar que nos deberíamos imponer y que otros ya han hecho. Es sólo cosa de mirar a algunos de nuestros vecinos como Brasil, que tiene su encuesta de hogares todos los años (de siglas PNAD) o Perú, donde también ocurre lo mismo (encuesta ENAHO). Cuando se plantea la necesidad de reimpulsar el crecimiento, se crea un círculo virtuoso que tiende a tocar todas las realidades, incluida la temática de la desigualdad. Se entiende entonces a Robert Lucas (premio Nobel 1995) que decía “las consecuencias para el bienestar humano asociadas a temas tales como estos son sencillamente asombrosas: una vez que uno empieza a pensar sobre ellas, es difícil pensar en otra cosa”. Columna publicada en el diario Pulso.
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Rodrigo Cerda

Doctor y Master en Economía, Universidad de Chicago. Ingeniero Comercial y Magíster en Macroeconomía UC.
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