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El CAE: entre el oportunismo y la sensatez

3 de mayo del 2017


“El CAE es malo” y hay que eliminarlo. Quienes lo sostienen omiten hacer un ejercicio de simple lógica: ¿comparado con qué escenario? Sí, porque a estas alturas la demonización del CAE es un resumidero de oportunismo político. No menos de 300.000 estudiantes cursan hoy la educación superior y se financian con este instrumento crediticio y otros 420 mil ya egresaron y de no haber existido el CAE habrían engrosado la categoría de los chilenos entre 18 y 24 años que ni estudian ni trabajan en empleos formales. Los oportunistas no son ingenuos, son oportunistas; no piensan en acabarlo sin más, sino reemplazarlo por la gratuidad. Pero, ¿se puede? Para responder conviene tener la película completa. Los egresados de media se pueden clasificar en dos categorías. Los que ingresan a la educación superior gracias a que existe un sistema de créditos como el CAE y los que no pueden hacerlo, alrededor de 100.000 niñas y niños cada año, marginados porque no pasan las pruebas de selección. De modo que seamos claros. Un acto de honestidad es reconocer que la mayor frustración como chilenos es anterior al CAE. Se trata de los miles de jóvenes sin rostro, que no tienen las oportunidades para recibir un oficio que los habilite para ganarse la vida dignamente porque en la carrera de los aprendizajes en la educación escolar no recibieron una formación mínima. Ellos no tienen redes, ni salen a las calles. Simplemente no existen. Por lo tanto, los oportunistas que abogan por eliminar el CAE como crédito están pidiendo que el Estado lo reemplace con recursos propios para financiar educación superior gratuita. Con un presupuesto fiscal restringido, ello significa quitar prioridades a la educación escolar que es dónde tenemos las mayores brechas de calidad. ¿Es mucha la plata detrás del CAE? Sí. Actualmente, el Estado con recursos de todos los chilenos, financia parte de la cartera de créditos de los alumnos con CAE, la ley de presupuesto 2017 dispuso $700.000 millones. Una suma superior la ponen los bancos. Por lo tanto, la gratuidad inmediata es no solo injusta, sino inviable y la alternativa de mantener el CAE y de sacar a los bancos, si bien se puede, tiene un efecto severo en la caja fiscal. Entre los cambios necesarios al CAE, uno importante que el Estado pueda otorgar créditos si la banca no ofrece condiciones razonables. Desde el punto de vista del estudiante definir: un umbral de remuneraciones bajo el cual el egresado no paga, por ejemplo, un salario mínimo; una cuota máxima igual al 10% del ingreso laboral del egresado, tasa subsidiada del 2% de interés y un plazo máximo de amortizaciones que no supere los 18 años con una condonación de cualquier saldo de deuda. Pero, además, es fundamental separar la tarea de emisión de los instrumentos financieros de la de cobranza para que el crédito se pague, exigiendo el pago como descuento por planilla del empleador. Si algo queda de realismo político se puede afirmar que el CAE se va a mantener por largo tiempo, al menos mientras no avance la ideología de la gratuidad universal en la educación superior. Pero hay que perfeccionarlo. Columna publicada en La Segunda.
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Educación
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Carlos Williamson

Ingeniero Comercial UC y Master of Arts de la Universidad de Chicago, EE.UU.

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