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Chile, veleta al viento

21 de agosto del 2014


Una identidad fundamental de la macroeconomía es que en una economía cada peso de producción debe tener como contrapartida un peso gastado por alguien. De esta manera, la producción tiene dos destinos. Una parte va destinada a los hogares, el gobierno o las empresas del país en la forma de consumo o inversión. La suma de estos dos tipos de gasto se conoce como demanda interna. Otra parte del gasto es realizada en el extranjero, lo que significa que parte de nuestra producción es destinada al exterior (exportaciones). Sin embargo, los residentes internos también demandan bienes del exterior que no son producidos internamente (importaciones) y, por ende, esto debe ser descontado. La diferencia entre exportaciones e importaciones es la demanda externa neta. La suma de ambas demandas (interna y externa neta) es igual al PIB.

Lo anterior implica que el crecimiento puede provenir de nuestras dos turbinas: la interna y la externa. Lamentablemente en Chile estamos creciendo de forma exclusiva por la segunda, ya que nuestra demanda interna se ha contraído por segundo trimestre consecutivo. Esto significa que de no haber mediado el aporte externo, Chile estaría, técnicamente, en recesión.

Los datos publicados recientemente por el Banco Central confirman la profundización de la desaceleración, mostrando un escuálido crecimiento de 1,9% el segundo trimestre del año, pero además presentan información valiosa respecto de la composición del crecimiento en Chile, donde hay dos hechos destacables y que son motivo de preocupación.

En primer lugar, los datos revelan que el crecimiento de 2,4% del primer trimestre de 2014 se descompuso en una contribución negativa de 0,2% de la demanda interna y una contribución positiva de 2,6% de la demanda externa neta, en tanto que el crecimiento del segundo cuarto del año se descompuso en una contribución negativa de 0,9% de la demanda interna y una contribución positiva de 2,9% de la demanda externa neta. Esto muestra que no solo estamos creciendo poco, sino que además estamos dependiendo exclusivamente del aporte externo neto, situación opuesta a la ocurrida en los cuatro años previos, donde la turbina interna fue la de mayor contribución al crecimiento económico. Es decir, la fuerza interna, que permite resistir las turbulencias internacionales ya no está disponible y Chile se ha transformado en una veleta al viento, donde la más leve brisa en los mercados internacionales determina su rumbo económico.

El segundo hecho destacable de los datos es que mientras en el primer trimestre las exportaciones de bienes y servicios crecieron 3,5%, en el segundo se contrajeron en 0,4% anual. En dicha contracción influyó en forma considerable la disminución de los envíos a la Unión Europea y China. ¿Cómo entonces hubo aporte positivo del sector externo neto en el segundo trimestre? Por una fuerte caída de 9,1% anual en las importaciones de bienes y servicios en dicho período. Este segundo hecho clave confirma que, dado que perdimos nuestra turbina interna, un leve empeoramiento de la situación externa ha llevado automáticamente a un menor crecimiento en Chile. ¿Qué pasará ahora que Italia ha vuelto a caer en recesión, que Alemania se contrajo durante el segundo trimestre, que China sigue con datos débiles y que persisten las tensiones políticas en Medio Oriente?

Esta situación de desaceleración y fragilidad no afecta a todos por igual. Los trabajadores se han visto particularmente perjudicados con esta situación, ya que el crecimiento económico sostenido por varios años probó ser una fuente importante de poder negociador. Un ambiente de múltiples oportunidades laborales no solo redundó en una fuerte creación de puestos de trabajo, sino también en un mejoramiento de la calidad y una sólida expansión de los salarios reales.

Ahora, en apenas cuatro meses, hemos visto una pérdida cercana a los 90 mil empleos. Muchos otros -que si bien no están desempleados- han pasado a engrosar las filas del empleo precario, reflejado en un fuerte aumento del subempleo (personas que trabajan menos de 30 horas a la semana, pero a las cuales les gustaría trabajar más); menos trabajadores con contrato escrito y el pago de todas sus cotizaciones, y más solo con acuerdo de palabra. Y los salarios reales en junio crecieron a menos de la mitad que en el mismo período del año pasado. Además, la fragilidad inminente del crecimiento ante un empeoramiento del escenario internacional, cierne un manto de incertidumbre que afecta en mayor medida a quienes dependen de su trabajo como la única fuente de ingreso familiar; más aun considerando que los analistas esperan un importante incremento de la tasa de desempleo en los próximos meses.

En definitiva, estamos ante una economía desacelerada cuyo crecimiento está dependiendo en forma crucial de los vaivenes internacionales. Las autoridades deben tomar cartas urgentes en el asunto realizando el diagnóstico adecuado, lo que significa comprender que esta situación se debe primordialmente a que perdimos nuestro motor interno, y realizar las acciones para que Chile deje de ser la frágil veleta al viento que es en este momento. http://www.pulso.cl/noticia/opinion/2014/08/4-48653-9-chile-veleta-al-viento.shtml

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Juan Bravo

Ing. Comercial y Magíster en Economía UC.
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