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Educación para cambiar la historia

2 de marzo del 2015


Con 26 años y un magíster en Física de Princeton, Francis Upton entró a trabajar en 1878 al laboratorio de Thomas Alva Edison. El mago de Menlo Park, como era conocido en la época quien sería uno de los más grandes inventores de la historia, requería apoyo para desarrollar su más reciente proyecto: una bombilla eléctrica que no se fundiera al alcanzar la incandescencia. La idea había estado dando vueltas por décadas. Muchos la habían estudiado, ninguno con éxito. Y si bien el incansable Edison tenía la intuición de que los desafíos técnicos eran superables, no tenía la formación para probarlo (el "mago", un autodidacta, había dejado la escuela a los siete años de edad). El joven científico Upton era el elegido para ayudarlo.  Luego de años de arduo trabajo conjunto, el progreso comenzó a ser evidente. En enero de 1881 se instalaba el primer sistema de iluminación comercial en un edificio de Nueva York, y la primera central de energía en Manhattan, en septiembre de 1882. Esto permitió el rápido crecimiento de la Edison Electric Light Company, actualmente transformada en la gigante GE (General Electric). La revolución fue total. La dupla -práctica y teoría- había cambiado la historia. Nuestra realidad difiere profundamente de aquellas últimas décadas del siglo XIX, pero el caso Edison-Upton nunca ha sido más relevante, particularmente para la juventud. Cada año miles de jóvenes apuestan por el cartón universitario, creyendo que este es sinónimo de un futuro próspero. Incluso algunos tratan de pasar gato por liebre, haciéndonos creer que su título les abrió las puertas (¿del Lexus?) y que sus millones se deben a su formación profesional (permítame un dato: En Casen 2013, si a un hogar de ingreso autónomo mediano se le suman $2.500 millones, el Gini subiría como mínimo de 0.504 a 0.512). Pero la realidad es distinta. Los retornos a la universidad vienen en caída en América Latina. No solo el gran número de egresados explica el fenómeno, sino que también la incapacidad de las casas de estudio de combinar eso que Upton y Edison ilustraron prodigiosamente: teoría y práctica. Por cierto, las políticas no contribuyeron a la causa, incentivando la expansión y desatendiendo la calidad. Las aulas se llenaron de incompetentes y hoy cualquiera dice haber tenido una carrera académica. La combinación ha sido nefasta. Para muchos el cartón universitario es solo eso: un cartón. Por eso apuesto por la educación técnica de calidad (media y superior). Sus egresados, muchas veces discriminados, combinan teoría y práctica, y poseen competencias esenciales para interactuar con la tecnología. Tomará tiempo, pero de esos nuevos artesanos saldrán las nuevas grandes ideas. Siguiendo el ejemplo de Edison y Upton, ellos son los llamados a cambiar la historia.  http://www.elmercurio.com/blogs/2015/03/01/29786/Educacion-para-cambiar-la-historia.aspx
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Prensa Escrita

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Columna

styleCategorías

Educación

publicColaboración con Instituciones Internacionales

Universidad de Maryland
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Sergio Urzúa

Ing. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.

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