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Ni estudian, ni trabajan... ni votan

22 de enero del 2017


La cifras impactan: en Chile hay 750 mil jóvenes entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan. Se les conoce como la generación "Ni-Ni". En su mayoría son mujeres pertenecientes a los quintiles de menores ingresos quienes carecen de redes que les permitan enfrentar una agobiante falta de oportunidades en el mundo laboral. Constituyen, lamentablemente, un grupo quienes no han existido políticas públicas integrales con las que hayan podido abandonar su condición, figurando marginal y esporádicamente en la agenda pública. No cuentan con representantes ni con líderes mediáticos: se trata de jóvenes completamente invisibilizados. En la vereda de enfrente, 650 mil jóvenes se encuentran matriculados en universidades estatales y privadas y otros 500 mil en centros de formación técnica e institutos profesionales. Se trata de jóvenes que, en la medida que perseveren, podrán desarrollar aptitudes y habilidades tanto laborales como personales que les permitan el ingreso al mundo laboral. Comparativamente hablando, mientras los que ingresan a la educación superior son parte de un grupo de privilegio, los "Ni-Ni" permanecen en la marginalidad. Es interesante contrastar lo anterior con las prioridades legislativas que exhibe el ejecutivo. Hace medio año se dio inicio a la tramitación parlamentaria de un proyecto que pretende reformar diametralmente el sistema de Educación Superior mediante la aplicación de la "gratuidad universal", la cual no considera las diversas condiciones económicas de los alumnos. De aprobarse este proyecto, se gastarán más de 3.500 millones de dólares al año con especial focalización para financiar la gratuidad de este real "grupo de privilegio". ¿Y de la generación "Ni-Ni" quién se ocupa y se preocupa? Básicamente, nadie. Los seguiremos condenando a la marginalidad ya que no tienen voz ni constituyen una prioridad política para el ejecutivo. Tampoco votan ni se manifiestan cívicamente: sólo el 4,1% de este grupo etario sufragó en la última presidencial. Por eso surge la necesidad de exigir -tal cómo se hizo con el Transantiago- la creación de un "fondo espejo" de la gratuidad universal para sacar del abandono mediante políticas públicas focalizadas a estos 750 mil chilenos que el mundo político no ha considerado. Columna publicada en la red de Medios Regionales de El Mercurio.
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