No votar mal de nuevo

MÁS DEL 60% de los chilenos dice en las encuestas que el país va en la dirección equivocada. Los problemas económicos son ahora los más importantes, superando a la delincuencia. Su expectativa de empleo y salarios para 2017 es negativa. También la mayoría de las empresas prevé ventas estancadas para los próximos años. Eso las impulsa a postergar inversiones y ampliaciones, y a postergar la contratación de trabajadores calificados. Continuará el reemplazo de empleos de calidad por empleos de calle. La causa final de estos problemas no es el gobierno, ni los parlamentarios. La causa final es que el electorado votó mal. Ellos llevaron al Congreso y las alcaldías, o dejaron llegar, a demasiadas personas que son extremas, según la opinión que ese mismo electorado expresa en las encuestas. Muchos votantes creyeron en la educación gratis. Claro, se sabía que aumentar la calidad de la educación es necesario para que nuestros hijos e hijas lleguen a ser trabajadores calificados, con salarios mejores. Pero al llegar al poder quienes proponían “la educación gratuita entendida como un derecho, con la eliminación del lucro en todos los niveles” (cita del programa de Giorgio Jackson), sacrificaron la calidad de la educación de nuestros niños. Los votantes pusieron en el Congreso y en el Ministerio de Educación a asociados de Giorgio Jackson. Son ellos quienes impiden que los padres aporten sumas modestas a la escuela de sus hijos, impusieron escuelas estatales bajo control de partidos políticos, y ahora, les impiden informarse del puntaje Simce. Hoy se lamentan en las encuestas quienes votaron mal en 2013. La mitad de los chilenos inscritos en los registros electorales no votó. Eso facilitó que otros en las regiones y distritos eligieran a más personas en posiciones extremas, quienes aprobaron en 30 días una de las peores reformas tributarias de la historia de Chile. Esa reforma subió los impuestos a las empresas que ahorraban en el FUT, y además a niveles superiores que los aplicados en otros países, impulsándolas a reinvertir en el extranjero. Los trabajadores salen para atrás, porque el estancamiento de sus sueldos los perjudica en mucho más de lo que ahorran en aportes a las escuelas de sus hijos. Es penoso lamentarse respondiendo encuestas. No era obligatorio votar por candidatos que hablan bonito, pero hacen propuestas pésimas y después impulsan la “retroexcavadora” que impone las malas reformas. Se podía votar por candidatos moderados y serios del sector de preferencia de cada uno, pues los hay en casi todos. Los que se lamentan tienen la solución a la mano: votar bien en 2016 y 2017. No votar mal de nuevo. Votar bien es votar por candidatos serios, sean de izquierda, centro o derecha. Pregunte a cada candidato de su distrito si apoya la educación gratuita y estatizada. Infórmese de si el candidato apoyaría rigidizar los contratos de trabajo y eliminar el FUT. Pregunte al candidato si apoya a parlamentarios que hostilizan a las policías, hasta el punto que dejan a los anárquicos destruir el centro de Valparaíso para el 21 de mayo. Investigue si el candidato apoya el actual proceso constituyente sin contenidos, y lo que es definitorio, averigue si apoyó o no en 2013 a la asamblea constituyente, que es una ruptura constitucional ilegal.