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¡Que sigan los fiascos!

12 de diciembre del 2016


La reforma al sistema de educación superior ha sido improvisada, vergonzosa, hasta penosa. Es que el Estado simplemente no ha estado a la altura de las circunstancias. Hizo caso omiso de las alertas, equivocando ideas y acciones. Los ejemplos sobran: La gratuidad, la antojadiza eliminación del AFI, la premura por fundar más universidades y la discriminación en contra de la educación técnica, entre otras. Y esta semana se sumó el caso de la Arcis. Un día la autoridad anuncia su cierre, se dice que la Universidad de Chile recibirá a sus alumnos. Al otro que no se cierra, que está en condiciones de continuar educando su diminuto número de estudiantes. ¿Quién entiende? Sin embargo, y consistente con su porfiada miopía, esta administración no ha reparado en las oportunidades que cada uno de sus fiascos brinda a las instituciones privadas. Piénselo por un segundo. El debate en torno a la propuesta de gratuidad, por ejemplo, no solo dejó en evidencia la precariedad con que se gestionan las universidades del Estado, sino que además reveló que la idea vendría con un recorte de recursos y un fuerte apretón de la camisa de fuerza que es la burocracia estatal. Así, si antes no querían competir, en el futuro las estatales sencillamente no podrán hacerlo. Para todos sus competidores, ¡tremenda noticia! Entonces, el tema es cómo aprovechar la ocasión. Aquí, una miniguía para las privadas que apuesten por distinguirse. Primero, cortar grasa y ordenar la casa. El Estado despilfarra recursos, pero no los privados. La eficiencia será clave para lo que viene y la incorporación de tecnología en el proceso educativo puede ser un gran aliado. Segundo, innovar en el financiamiento. Sí, no es fácil, pero hay opciones: desde campañas de retribución de ex alumnos hasta el desarrollo de posgrados. Ojo, que aquí la internacionalización puede ser clave. Tercero, es el momento de levantar buenos profesores de las universidades estatales. No lo dirán, pero muchos, sobre todo los jóvenes, están cansados de la burocracia, los apitutados y las vacas sagradas. Y las grúas deben mover a varios a la vez, pues los buenos no se mueven solos. Cuarto, atraer buenos estudiantes. Eso significará recursos, pero es inversión, no gasto. Los talentosos demandan proyectos sustentables y serios, ahí la oportunidad. Quinto, las familias intuyen correctamente que lo que ha hecho el Estado generará mayor segregación. Así que esfuerzos reales por promover la inclusión serán bienvenidos. Planes que apunten a buenos colegios públicos pueden ser valorados. Sexto, parar el lloriqueo. La bajada de los patines es real, es un dato. Llegó la hora de actuar. Chile necesita universidades competitivas, dinámicas, modernas y que apuesten por la calidad. Hubiese sido ideal que las del Estado tiraran ese carro, pero no se le puede pedir eso a un tanque a pedales. Así que no queda otra. A aprovechar la oportunidad que brindan los fiascos del dueño de todos esos tanques. Columna publicada en El Mercurio.
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Columna

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Educación

publicColaboración con Instituciones Internacionales

Universidad de Maryland
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Sergio Urzúa

Ing. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.

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