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Reforma laboral: salgamos de la trinchera

18 de agosto del 2015


En la discusión de reforma laboral se mantienen dos trincheras cavadas con mucha profundidad. La primera es el remplazo en huelga y la segunda la extensión de beneficios. Lamentable, esto nos hace recordar una guerra de trincheras, y como señaló el político estadounidense Hiram Warren Johnson (1866-1945) “la primera víctima de la guerra es la verdad”. En la atrincherada discusión del reemplazo en huelga vamos en contra de la realidad de la Ocde. En casi todos los países de Ocde se permite reemplazo interno, salvo en México. ¿Por qué está ausente en el debate como salir de una huelga sin reemplazo? El no hacerse esta pregunta pone en riesgo a una empresa en su totalidad, especialmente para las pymes, y el derecho a la ciudadanía de poder adquirir bienes y servicios. Una forma de salir de esta trinchera es que la huelga tenga reemplazo interno, aunque no haya reemplazo externo. Esto deja más equilibradas a las partes que una situación donde se impide completamente el reemplazo. Además, proponemos que el día 15 de la huelga se pueda votar nuevamente una segunda oferta y si la oferta es rechazada, los trabajadores se pueden descolgar de la huelga con esa oferta. En materia de extensión de beneficios el proyecto actual será una pesadilla para la gestión de recursos humanos, con muchos efectos de judicialización por ignorar la realidad de una empresa moderna. No nos olvidemos que en los tiempos modernos las empresas se han ido especializando y diferenciando a sus trabajadores en distintas actividades (fabricación versus distribución versus ventas, etc.). Para salir de la trinchera, ¿por qué no permitir la extensión de beneficio automática en los reajustes más básicos que no son propios de una zona o actividad exclusiva del sindicato que negoció dentro de la empresa? La extensión automática de beneficios comunes y básicos nos evita ser incoherentes con las recomendaciones de la Ocde (Employment Outlook 2004) y la OIT (recomendación 91 de año 1951). Debemos salir de esta guerra de trincheras (estrecha y miope) en la reforma laboral y aterrizar en una discusión más amplia y responsable con el presente y el futuro, que incorpore una discusión realista y moderna acerca del futuro de nuestro mercado laboral. Pero si queremos paz social e institucionalidad laboral, nos obliga abordar las huelgas ilegales. En 2014 tuvimos 562.278 trabajadores que participaron en huelgas ilegales versus 44.128 trabajadores que participaron en huelgas legales; si queremos recuperar la paz social que estamos extraviando como país, si queremos fortalecer la institucionalidad con un mejor código laboral, ¿por qué estamos haciendo una reforma que contempla sólo las huelgas legales? ¿Por qué las huelga ilegales tienen cero costo laboral para los dirigentes sindicales y sus sindicatos? Incrementar las remuneraciones de los trabajadores es un muy deseable. Pero aumentar las remuneraciones sin productividad será aumentar la desigualdad en el largo plazo. Si los salarios reales se incrementan sin hacernos cargo de la productividad, se podrían perder 150.000 empleos en el mediano plazo (Clapes UC, 2015), aumentando la desigualdad. Por otra parte, es una imprudencia con el objetivo de la desigualdad dejar afuera de esta reforma al sistema de capacitación y certificación. Acá hay voluntad social (por la CUT y por el mundo empresarial); y hay antecedentes técnicos de la urgencia de reformar el sistema de capacitación (BID, 2010 y Comisión Larrañaga, 2012). Preocuparse y ocuparse de la inclusión social de los más débiles al mercado laboral es entre otras cosas permitirle a mujeres de escasos recursos (que no pueden dejar solos a sus hijos en sus casas) que puedan trabajar cuando sus hijos van al colegio. Hagámoslo posible incorporando al código laboral el concepto de contrato por hora para ellas (ya tenemos salario mínimo por hora). ¿Por qué transformar la flexibilidad laboral para mujeres y jóvenes en tema tabú? Si no salimos de las trincheras y ampliamos en forma responsable la mirada, el remedio propuesto (la reforma laboral) podría empeorar mucho más la enfermedad (la paz social, la desigualdad, la inclusión y la economía). Aún estamos a tiempo.
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Felipe Larraín

Doctor en Economía. Universidad de Harvard (EE.UU.). Ingeniero Comercial UC. Exministro de Hacienda. Profesor Titular Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas UC.

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