Retomando nuestro crecimiento

La tasa de crecimiento de la economía chilena en 2015, tal como el año pasado, estará en la cercanía del 2%. Para el próximo año, las cifras de los analistas son similares. Por el momento no hay señales de un despegue. Que la tasa de crecimiento se estanque en valores de 2%, tiene consecuencias. Por ejemplo con un crecimiento per cápita de 1% (caso en que la economía crece cerca de 2% y la población cerca de 1%), nos demoramos cerca de 70 años en doblar nuestro ingreso per capital mientras que si el crecimiento per cápita fuera de 4% (economía creciendo al 5%), doblar nuestro ingreso per capita nos toma cerca de 18 años. De acuerdo al FMI, Chile en 2015 tendría un ingreso per cápita de aproximadamente US$23.500, doblarlo significa cerca de US$ 47.000 por persona cifra muy similar al dato de 2015 para Alemania, Suecia y algo mayor a la de Canadá, Dinamarca, Francia y Finlandia; todos ellos países con muy altos estándares de vida. La pregunta es entonces ¿Cómo retomamos tasas mayores de crecimiento? No es fácil la respuesta porque por un lado se ha puesto complicado el escenario externo para países exportadores como el nuestro, pero además porque las fuentes de crecimiento internas también se han resentido. El crecimiento depende del crecimiento del empleo, del capital y de la productividad. Desde el año 2000 en adelante, el crecimiento del capital ha aportado más del 55% del crecimiento y en los 90s aportaba más del 40%. Lamentablemente la inversión, y por lo tanto el crecimiento del capital, se ha resentido debido por un lado al ciclo externo pero también por el diseño de políticas, en especial la reforma tributaria. Por el momento, sin que se reviertan parte de estas políticas (lo que posiblemente mejoraría las expectativas) es difícil que tengamos un rebote importante de la inversión y el crecimiento el capital. En ese escenario resulta crucial la productividad para retomar el crecimiento. Y no sería la primera vez que esto ocurre. De hecho entre 1986 y 1997, nuestro años dorados de crecimiento económico (cuando crecíamos en promedio al 7%), cerca de 45% de ese crecimiento se debió a la productividad mientras que sólo 30% al capital y 25% al empleo. La productividad de Chile está bastante rezagada. Chile tiene sólo el 34% de la productividad laboral de Estados Unidos. Resultado bastante similar al de Argentina, Irán, México y Venezuela. Cuando hablamos de crecimiento de la productividad hablamos de todas aquellas cosas que nos permitan aumentar nuestro crecimiento económico, pero que no sea la acumulación de capital o el aumento del empleo. Parte de esto depende las instituciones. Un país con buenas instituciones debería poder crecer más rápido. Chile tiene bastante buenas instituciones cuando lo comparamos con otros países latinoamericanos e incluso con la OECD -Banco Mundial, Worldwide Governance Indicators, 2014-, sin embargo el Foro Económico Mundial nos indica que nuestras tres principales deficiencias son salud y educación; sofisticación de negocios y eficiencia del mercado laboral. Seguramente debe ser por ahí donde deberíamos empezar a impulsar nuestra productividad. En el tema de educación hay que enfocarse en aquellos que hoy están en el mercado laboral vía mejoramiento de la capacitación. Sabemos que el sistema de capacitación actual no rinde frutos así lo indicó un informe del BID en 2010 y la comisión Larrañaga en 2012. Llegó el momento de darle un fuerte impulso. No hay tiempo que perder para impulsar la productividad y el crecimiento económico. Ojala no tengamos que esperar 70 años para doblar nuestro ingreso per cápita. Columna publicada en El Mercurio.