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Tramposa resiliencia

4 de octubre del 2017


Durante el actual frenazo económico la tasa de desempleo ha subido, pero muy moderadamente, lo que ha sido malinterpretado en muchas ocasiones como un reflejo de que el menor crecimiento económico ha tenido un impacto pequeño sobre el mercado laboral. En efecto, diversas autoridades han sido majaderas en señalar que el mercado laboral ha sido resiliente a la desaceleración. Desde que comenzó el actual frenazo, es decir, desde el cuarto trimestre de 2013, un 56% del tiempo el tipo de trabajo que ha liderado la creación anual de empleo es el empleo por cuenta propia, llegando en 2016 a representar prácticamente la totalidad del empleo creado. El problema de esta situación es que el 50% de estos empleos gana menos de $200 mil al mes y hay una altísima informalidad, donde casi el 90% no realiza cotizaciones para la vejez. Además, un trabajo reciente de Clapes UC mostró que mayoría del aumento de este tipo de empleo en el periodo de desaceleración correspondió a alguna forma de subempleo, ya sea por insuficiencia de horas (trabaja una jornada parcial pero en forma involuntaria, porque la persona quiere y está disponible para trabajar más horas en forma inmediata) o por competencias (personas trabajando en empleos significativamente por debajo de su calificación). En la práctica esa “resiliencia” se refleja en carros de metro atestados de cantantes y vendedores ambulantes, asados en plena Alameda, un Paseo Ahumada en el que es muy difícil caminar por el fuerte incremento del comercio callejero, obreros que han perdido su trabajo y suben a la micro a vender golosinas para poder llevar algo de dinero al hogar y profesionales que están ejerciendo un trabajo que requiere calificaciones muy inferiores para el que se prepararon. Estos son algunos de los muchos rostros humanos que conforman esa “resiliencia”. Sin embargo, el elemento más novedoso de las últimas 3 entregas de las cifras de empleo del INE es que está surgiendo una nueva forma de “resiliencia”: un drástico incremento anual de empleo asalariado público que ha pasado a liderar la generación de puestos de trabajo, dejando en segundo lugar a los cuenta propia. El último dato informa un aumento de 89.670 nuevos empleos asalariados públicos, lo que ocurre en conjunto con una destrucción de más 8 mil empleos asalariados en el sector privado. Si descomponemos el aumento anual de empleo asalariado público se observa que casi 56 mil son con contrato indefinido y poco más de 22 mil son definidos renovables una vez al año. Si la descomposición se hace por forma de pago, más de 80 mil son con liquidación de sueldo. De esta manera la conclusión es clara: estamos hablando de un incremento de funcionarios públicos con carácter más bien permanente, esencialmente empleos de planta y contrata. Lo interesante es que ambas formas de “resiliencia” permiten tener tasas de desempleo oficiales bajo control, pero eso no significa autoengañarse y concluir que la falta de crecimiento ha tenido un impacto moderado sobre el mercado laboral. Ninguna de esas formas de mantener el desempleo a raya es un signo de fortaleza económica. En el caso del aumento del empleo por cuenta propia, hablamos de trabajos con ingresos en torno a la mitad de un empleo asalariado, alta informalidad y lagunas previsionales, además del hecho de que la mayor parte del aumento de empleos de este tipo durante el actual frenazo son formatos de subempleo, es decir, de desempleo encubierto. En el caso del empleo asalariado público, si bien tiene características de mejor calidad, es una cuenta que vamos a tener que pagar en algún momento. Resulta bastante complejo que en el actual contexto de estrechez y creciente endeudamiento fiscal la contratación de empleo asalariado público esté liderando la generación de puestos de trabajo. De acuerdo a un reciente informe de Clapes UC, la próxima administración –cualquiera sea su color político- enfrentará una situación de holguras fiscales negativas, es decir, que el gasto fiscal que ya está comprometido es mayor al gasto que se puede realizar para cumplir con la meta fiscal. El próximo gobierno deberá enfrentarse al dilema de tener que recortar gasto que ya estaba comprometido o tener que dejar de cumplir las metas fiscales. En definitiva, si la tasa de desempleo oficial solo ha subido en forma moderada desde que comenzó el actual frenazo, eso no se debe en ningún caso a un signo de fortaleza económica. Transmitir que el mercado laboral ha sido resiliente porque las personas están recurriendo a autoemplearse en formatos de desempleo encubierto, o porque se está echando mano a los recursos fiscales para aumentar en forma desatada la contratación de funcionarios públicos-por cierto generando una cuenta que vamos a tener que pagarla todos en algún minuto- es simplemente hacernos trampa. Columna publicada en La Tercera.
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Juan Bravo

Ing. Comercial y Magíster en Economía UC.
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