21 de abril del 2024
Ni Spielberg se atrevió a tanto
¡Cómo pasa el tiempo! Se cumplen 40 años del estreno de "Gremlins", la clásica película dirigida por Joe Dante y que contó con Steven Spielberg como productor ejecutivo.
El ingenio de la trama ha fascinado a generaciones: papá regala un lindo osito, un mogwai ("monstruo" en cantonés), a hijo adolescente. Le dice que no puede asolear a la mascota ni mojarla, y que nunca le den de comer después de la medianoche. El muchacho no cumple ninguna de las tres reglas. Gizmo, el nombre del mogwai, se reproduce con agua y sus descendientes son, digamos, diferentes. Liderados por Rayita, a la primera oportunidad comen de noche, transformándose en horribles criaturas que causan el caos en todo el pueblo. Violentos y codiciosos, expresan los peores instintos humanos. Algunos críticos interpretaron a "Gremlins" como una sátira de la sociedad moderna.
¿Cuál es el punto de traer la película a colación? Mire, ha sido una semana complicada para la Honorable Cámara de Diputadas y Diputados. El despelote es demasiado grande, los riesgos son altos y hay que poner orden. Hay, entonces, un paralelo entre lo que ocurrió en la industria del cine con este clásico y lo que podría ocurrir en la política nacional.
Pero no se haga una idea equivocada. No voy a plantear que los Gremlins se tomaron el Congreso, pues se vieron rompiendo celulares, abusando de la plata para bencina, asumiendo vicepresidencias por pura codicia e incluso impulsando alocados proyectos (¿vio el de forzar la contratación de menores de 28 sin experiencia?... una joya). No, esto sería mucho. Ni Spielberg se atrevió a tanto. El punto es otro.
En lo que es un hecho poco recordado, la transformación de los inofensivos mogwai en violentos demonios, que incluía imágenes sangrientas en la pantalla (¿recuerda el microondas?), generó un interesante debate en los EE.UU. ¿Debía la popular película ser clasificada como PG ("Se recomienda compañía de padres, contenido puede no ser apto para niños") o derechamente R ("Restringida para menores")?
Sin esperar a que el Estado metiera la cuchara y en otro acto de creatividad, el mismo Spielberg sugirió que la industria cinematográfica debía tomar cartas en el asunto. Si bien las categorías son referenciales, era mejor autorregularse y evitar problemas.
Así nació el mismo año la clasificación PG-13 ("Padres sean cautos, contenido puede no ser apto para menores de 13 años"), una categoría entre PG y R, que agregó información a las familias al momento de decidir ver o no una película.
¿Qué tiene que ver eso con la política? Asusta la película de la Cámara. Quienes pasan de ositos a Rayita, incluso sin comida nocturna, dañan la convivencia. Y dada la mínima posibilidad de que desde el Congreso se impulsen medidas anti esa metamorfosis, corresponde a los partidos autorregularse. Antes de ofrecer candidatos a cualquier cargo, estos tienen que asegurar que cada nombre sea "apto para todo público". Esto implica investigar quién es quién con gran detalle. Un esfuerzo sincero en esa línea daría confianza a la gente de que en política quedan Gizmos y no puros Gremlins.
Fuente: El Mercurio - Cuerpo A, Página 3.
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ColumnapublicColaboración con Instituciones Internacionales
Universidad de MarylandIng. Comercial U. de Chile. Ph.D. en Economía U. de Chicago (EE.UU.). Associate Professor University of Maryland.
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